9 lecciones que he aprendido viajando

Viajar no es solo conocer lugares lindos nuevos, no es solo sentirte en una postal o una película. También es aprender cosas nuevas sobre vos mismo y los demás.

Si tuviera que condensar mi experiencia mochilera en nueve lecciones que he aprendido viajando, te diría que:

1. El mundo es más grande que tu burbuja

En casa vemos siempre los mismos lugares, las mismas personas, las mismas situaciones, reglas y costumbres. Nuestro mundo se vuelve pequeño, y eso hace que le demos una importancia desmedida a lo que pasa dentro de él.

Pero cuando salís de tu ciudad, de tu país, te ponés en contacto con nuevos entornos. Unos parecidos al tuyo, otros MUY diferentes. Caés en cuenta de que tu burbuja es solamente una más entre ¡7 mil millones de burbujas! Sin importar de qué parte del mundo provengan, todas las personas ríen, lloran, sueñan, se enojan y tratan a sus problemas como tragedias. La Tierra no deja de girar en función de lo que le pase a una de ellas (incluyéndote).

En otras palabras, vos y tu mundo, son más pequeños de lo que pensaste. Te toca a vos decidir cómo vas a reaccionar a eso: intimidado, o agradecido.

2. Lo normal es relativo

Cuando viajás, te das cuenta de que lo que siempre asumiste como «normal» es una simple opinión.

Asia me encantó porque ponía a prueba mis juicios todo el tiempo: comer con las manos en la India. Vestirme tapada hasta el cuello en Jordania. Sentirme como animal de zoológico cuando extraños me tomaban fotos en Indonesia. Curiosear en tiendas de maquillaje para hombre en Myanmar. Usar inodoros de hueco en Pakistán.

Podría decir que esas cosas son «raras», pero realmente en Asia la rara era YO. Porque lo «raro» o lo «normal» dependen de un contexto. Son perspectivas, no verdades absolutas. Es una lección de humildad y respeto: tus costumbres no son mejores que las de otros, ni deberías esperar que los demás se comporten acorde a tu visión del mundo.

3. La mayoría de gente es buena

Los medios de comunicación nos enseñan a tener miedo. Creemos que los desconocidos son personas engañosas y/o peligrosas, que solo están esperando una oportunidad para hacer daño. Lo primero que me dijeron muchas personas cuando anuncié este viaje, fue: “Allá afuera es muy peligroso, ¿qué, no ves las noticias?”

Pero cuando salí al peligroso “allá afuera”, topé principalmente con desconocidos amables que me tendieron la mano sin pensarlo cuando lo necesité (y cuando no). Esta es una constante en las historias de todos los viajeros que he conocido.

El ser humano está lleno de belleza, de bondad. Pero la belleza y la bondad no hacen buenas noticias porque no atraen el morbo ni el debate. Esto no significa ser ingenuo y no cuidarse, por supuesto que hay gente con malas intenciones. Pero definitivamente no están ni cerca de ser mayoría.

4. Lo perfecto no existe

La mayoría de nosotros idealizamos ciertos destinos o situaciones. Como dice el refrán: «El césped es siempre más verde del otro lado de la cerca».

Los ticos, por ejemplo, siempre creemos que en Europa todo funciona perfecto. La realidad es que en el Viejo Continente algunos países son más prósperos y organizados que otros. También existen la delincuencia, la corrupción, la drogadicción, el sexismo, etc. Desarrollo no es sinónimo de perfección.

O pasa que la gente cree que quienes viajan a largo plazo tienen la vida perfecta: se la pasan el día entero tomándose fotos lindas, comiendo platos ricos, conociendo gente interesante. Viajar es maravilloso, es cierto, pero el viajero sigue siendo humano. También se cansa, también se siente solo o triste, también tiene accidentes y comete errores.

Viajando aprendí que nada es tan perfecto como Instagram lo quiere hacer ver. Es mejor buscar experiencias nuevas para descubrir, más que para confirmar o evaluar. La realidad no necesita ser perfecta para ser maravillosa.

5. La clave de la paz mental es vivir en el presente

Cuando me bajé del avión en Madrid, apenas empezando mi viaje largo mochilero, sentí como si la vida me estuviera regalando una oportunidad para dejar de lado el pasado y el futuro. Lo único que importaba era lo que estaba viviendo en ese preciso momento. Cada día era una experiencia nueva y emocionante, me sentía feliz todo el tiempo sin ninguna clase de esfuerzo.

Pero cinco meses después, cuando me fui de voluntaria a Irlanda, volví a establecer una rutina y se volvió más difícil mantenerme en el presente. Era de esperarse: con la estabilidad llega la rutina, el hoy se vuelve menos interesante, y la mente se «aburre». Seguía estando en un país increíble (todos lo son, a su manera), lo único que cambió fue mi actitud.

Moraleja: no se trata de lugares lindos, ni de comida rica. Eso podés encontrarlo en cualquier parte. La magia de viajar radica en que la novedad de un un entorno extraño nos obliga a vivir en el presente.

6. Ser «nadie» es liberador

Aunque no seamos tan conscientes de ello, todos hemos forjado una personalidad a partir de las expectativas de otras personas. Familia, amigos, colegas, parejas, o simplemente la sociedad en general. Unos hacemos menos caso a esas expectativas, otros menos, pero todos cedemos. Es difícil deshacerse de expectativas ajenas.

Pero ahora estás en una ciudad donde nadie sabe de donde venís, cuál es tu historia. No tenés casa, número de teléfono ni de seguridad social. Y con ese anonimato llega un regalo de libertad. Poder ser, y hacer, lo que jamás te habrías atrevido en casa. Por un rato, o permanentemente, empezando de cero.

7. Los zapatos del inmigrante maltratan más de lo que imaginé

Ser mochilera a largo plazo me alejó de lo que se siente ser turista, y me dio una probadita de lo que se siente ser inmigrante. Y ser inmigrante a veces puede ser muy, muy difícil.

Un español haciéndose el que no me entendía cuando le hablé en la calle. Un Irlandés diciendo que los latinoamericanos, al no ser blancos, son negros. Una británica burlándose de que en Costa Rica no tuviéramos tetera eléctrica (para la hora del té, claro) ni chimeneas en todas las casas. Una italiana gritándole a mi mamá que se devolviera a su país.

Suelo tener un humor ácido, no me ofendo con facilidad, pero la actitud xenofóbica y racista de muchas personas es sencillamente de mal gusto. Viajar sigue valiendo la pena a pesar de eso, por supuesto, pero también me enseñó mucho sobre la compasión que deberíamos tener hacia los extranjeros. El proceso de adaptación a un lugar nuevo es largo, difícil, y en ocasiones doloroso.

8. Los sueños sí se cumplen

Soñaba con hacer un viaje largo desde que era pequeña. A lo largo de diferentes etapas esta ilusión tuvo mayor o menor importancia, pero nunca me abandonó. 2,5 años y 24 países después, puedo decir que alcancé la meta.

Todos tenemos posibilidades distintas. Hay circunstancias que están fuera de nuestro control, y otras que no. El detalle es que tenemos que ser muy sinceros con nosotros mismos para distinguir entre ambas.

¿Te detiene la falta de dinero? Analizá si podrías gestionar tus gastos e ingresos de otra manera. ¿Te da miedo viajar solo? En la ruta conocerás personas nuevas todo el tiempo, te va a costar más encontrar privacidad que socializar. ¿Te asusta lo desconocido? Informate antes de salir y confiá en tu capacidad de supervivencia.

La disciplina, el esfuerzo y la valentía son semillas difíciles de sembrar, pero también dan árboles de frutos muy dulces.

9. Todo va a salir bien

Viajar me enseñó que los riesgos asumidos responsablemente casi siempre valen la pena. En la ruta tuve de todo un poco: momentos felices y fáciles, otros complicados y trágicos. Pero al final todo fluyó. No me arrepiento de ninguna decisión que haya tomado viajando, ni en mi vida. Todo entra en una de dos categorías: disfrute, o aprendizaje.

Para cerrar con esta entrada llena de clichés, quiero recordarte que lo que no funciona al principio, funciona al final. A veces somos muy trágicos sobre el futuro, como si de verdad tuviéramos control sobre algo. Pero una vez que estamos ahí, nos damos cuenta de que el tiempo que usamos en preocuparnos fue un desperdicio.

Nada es tan terrible como para dejar de vivir por eso, y los valiosos minutos que perdás  angustiándote nadie te los devolverá. Planeá lo que se pueda, sé responsable; después de ahí, solo queda dejarse ir y disfrutar de este corto respiro llamado vida.

Cuando seguís a tu intuición, el universo te cuida. Todo saldrá bien.

2 comentarios en “9 lecciones que he aprendido viajando

  1. I love you precila !
    I met you in Ireland and I feel privaliged to have been a part of your journey. I love your blog so i’m happy I can see how your doing.
    I miss you lots xxx
    Take care and happy travelling ;]

    • Shaz! I’m so happy to read this comment! And I am also grateful for having met you, you’re one wonderful lady 🙂 thanks for your good wishes, I send you the best vibes! Big hug xxxxx

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